¿Determinan nuestros genes el rendimiento deportivo? ¿Practicar ejercicio puede mejorar tu salud visual? ¿Qué tienen que ver nuestros huesos con el anti-aging? Las respuestas a estas cuestiones sobre fitness y ADN, a continuación.

 

Un ensayo científico realizado con parejas de gemelos demuestra que el rendimiento físico no viene determinado por nuestros genes

Sabemos que no existe una receta infalible para ponerse en forma. Mientras que algunas personas consiguen resultados visibles en tan solo unas semanas de ejercicio físico, otras – incluso siguiendo exactamente la misma rutina – tardan más.

Estas diferencias a nivel de resultados solían relacionarse con la características genéticas de cada individuo, pero un fascinante estudio científico realizado recientemente con parejas de gemelos ha desvelado que el ADN apenas influye en los resultados que obtenemos al practicar ejercicio. 

 

Fitness y ADN
Fitness y ADN

 

Para realizar el estudio, un equipo de científicos australianos reclutó a 42 parejas de gemelos jóvenes, sanos y sedentarios (30 parejas estaban compuestas por gemelos idénticos, mientras que las otras 12 eran de mellizos). Antes de someterlos a dos ciclos de entrenamiento de tres meses de duración cada uno, se midió la capacidad aeróbica y la fuerza de las piernas de cada uno de ellos.

Uno de los ciclos de entrenamiento consistía en realizar 60 minutos de running o de ciclismo indoor tres veces por semana. El otro ciclo se basó en una rutina de ejercicios con pesos, también tres veces por semana.

Al final de cada uno de los ciclos, los investigadores evaluaron de nuevo la capacidad aeróbica y la fuerza del tren inferior de los participantes. Mientras que la mayoría de ellos obtuvieron resultados positivos, las diferencias entre los participantes fueron notables. Se obtuvieron resultados muy distintos, incluso en las parejas de gemelos, lo que sugiere que los resultados que obtenemos al entrenar no dependen de la genética. 

Algo que llamó la atención de los científicos, fue que aquellos participantes que no obtuvieron buenos resultados con el entrenamiento de resistencia sí obtuvieron beneficios de los entrenos de fuerza, y viceversa. 

Esto demuestra que no todas las personas reaccionan igual al mismo tipo de ejercicio, pero en cambio sí existe una estrategia de entrenamiento óptima para cada uno.

 

El secreto del anti-aging que esconden nuestros huesos

¿Te gustaría mantener tu cuerpo y tu mente siempre jóvenes? 

Las últimas investigaciones en los campos de la salud ósea y de los tratamientos anti-aging demuestran los beneficios a largo plazo que tiene el ejercicio físico sobre nuestra salud osteomuscular. La clave está en una proteína mágica: la osteocalcina, muy abundante en nuestros huesos.

Gerard Karsenty ha estudiado la osteocalcina desde los años 90, llevando a cabo numerosos experimentos para determinar la eficacia de esta proteína. Gracias a sus ensayos, Karsenty ha demostrado que la osteocalcina aumenta la producción de la molécula ATP: algo así como el combustible que nos permite realizar ejercicio. Al entrenar de forma regular, estimulamos la producción de osteocalcina en los huesos. Esto se debe a los osteoblastos, las células óseas que segregan dicha proteína.

“Sabemos que al envejecer, las personas con un estilo de vida activo tienden a sufrir menor deterioro cognitivo que las personas sedentarias,” declara Karsenty. “Quizá con el tiempo la población vaya tomando mayor conciencia de este hecho y empiece a pensar en la salud ósea como algo fundamental para su calidad de vida.”

 

¿Puede el ejercicio físico mejorar nuestra visión?

El deterioro macular es una de las condiciones con mayor prevalencia en los casos de pérdida de visión. Se estima que alrededor de 10 millones de norteamericanos tienen problemas de visión, lo que explica que la ciencia lleve años investigando para aportar una solución al problema. Hasta ahora, se había relacionado el mantener un estilo de vida saludable con gozar de buena visión, pero siempre en base a la percepción individual de los pacientes.

 

 

Ahora, y por primera vez, un experimento de laboratorio realizado con ratones aporta evidencia científica. Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia han demostrado que la práctica de ejercicio puede reducir la aparición de vasos sanguíneos dañinos en la zona ocular hasta en un 45%. Una reducción muy notable, teniendo en cuenta que un exceso de vasos sanguíneos en el ojo puede provocar deterioro macular, glaucoma o desarrollar retinopatía diabética.

Aunque el estudio realizado no entra en el detalle sobre cuál es el tipo de ejercicio que resulta más beneficioso para nuestra salud ocular –¡Conseguir que los ratones hagan algo más que correr en una rueda resulta muy complicado!-  indica que con una pequeña dosis de actividad física ya se obtienen beneficios.

Aunque los científicos aún no saben con seguridad cuál es el mecanismo que explica porqué el ejercicio físico previene la proliferación excesiva de vasos sanguíneos, creen que se puede deber a distintos factores, incluyendo el aumento del flujo sanguíneo hacia los ojos.

 

Puedes leer el artículo original en inglés aquí.